Con la influencia de los medios de comunicación y de las celebridades e influencers , las intervenciones quirúrgicas están cada vez más aceptadas socialmente entre los consumidores. La creciente atención a la imagen como un espejo de la propia identidad se ve reforzada por el uso masivo de las redes sociales y a las selfies, siendo potentes drivers para la industria de la estética y en la definición de la belleza.
Hoy en día la sociedad se caracteriza por un aumento en la duración de la vida y un bajo índice de natalidad. De ello se derivan una serie de cambios en los estilos de vida, hábitos y relaciones interpersonales, asumiendo la boca y la sonrisa un papel fundamental en las relaciones sociales y en la construcción de la propia imagen ideal.
La atención prestada a la boca desde el punto de vista estético, más allá de tratamientos de salud, se convierte en una forma de gustar al resto, aumentar la confianza y realizarse personalmente, motivaciones que, tal y como se había anticipado, se derivan de una transformación en el sistema de valores.
En este tipo de sociedad, en la que “gustarse y gustar a los demás” asume un papel importante, la estética en Odontología puede tener una enorme potencialidad de desarrollo. En este contexto la estética puede llegar a ser un pilar fundamental en las estrategias de la clínica, guiando el posicionamiento, la gama de servicios ofrecidos y la comunicación con el paciente (en contenidos y forma).
¿Deseo o necesidad?
Lo que caracteriza las exigencias estéticas de las personas es la orientación a resolver necesidades más psicológicas y sociales que objetivas, generando comportamientos dirigidos a la satisfacción de los propios deseos y no exclusivamente a las necesidades básicas, como la cura de enfermedades.
Si bien en el pasado la estética tenía una menor relevancia social y no se conectaba directamente con el concepto de cura, hoy en día la salud queda definida por la Organización Mundial de la Salud como “un estado completo de bienestar físico, mental y social que no consiste únicamente en la ausencia de enfermedad”. En este sentido, el deseo real de resolver las exigencias del paciente se encuentra en la base del éxito de la Odontología que se orienta a la estética.
Hoy en día la estética entra en la clínica odontológica en varias ocasiones:
- Tratamientos odontológicos tradicionales que resuelven también algunas exigencias estéticas.
- Uso de métodos y técnicas que reducen defectos estéticos durante los tratamientos.
- Pequeñas intervenciones de Medicina Estética en el tercio inferior.
- Tratamientos de estética profesional (radiofrecuencia, etc).
Frente a este tipo de necesidades, a diferencia de en un tratamiento médico, donde, normalmente se cura una patología y los resultados son totalmente objetivos, la percepción misma del resultado se convierte en algo subjetivo y puede alimentar conflictos mucho más profundos: la intervención estética, que en el imaginario del cliente prevé una mejora del propio aspecto, depende de cánones personales, no de reglas y parámetros preestablecidos y objetivos. En este sentido, puede generar graves situaciones de descontento e insatisfacción frente al profesional médico.
Cuando las razones del paciente son de una naturaleza puramente estética, a la hora de proponer tales tratamientos, la Odontología debe estar capacitada para comprender lo delicado de esta relación con el paciente y los mecanismos psicológicos que la regulan, alcanzando el justo equilibrio entre ganancias y sentido ético. En caso contrario, aparece el riesgo de ser percibido como un mero proveedor de servicios.
En este contexto, la profesionalidad, el sentido crítico, la comunicación, la empatía y la capacidad de crear relaciones interpersonales deberían convertirse en los elementos característicos en el desempeño del dentista y su equipo.
Referencia: Gaceta dental